En su asirse de su propia hechura,
dado que el deseo insiste en hacerse saber,
quedan invitados.
Psicoanalista
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Itagüí, Antioquia, Colombia
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Los niños primero.
Les enfants d’abord. Es el título con que Didier Weil y Heloisa Grobman, presentan en su sitio de Facebook, un film que recuerda y rinde homenaje a la psicoanalista francesa François Dolto.
Quizá este film, la escucha del seminario de Patrik Valas, además de otras experiencias cercanas, me inspiraron la siguiente frase.
Si un niño no es criado en el amor sino en el miedo, no aprende a amar sino a defenderse.
Todo niño mal-tratado, mal-trata, y es un fiasco para la civilización.
Si queremos una civilización civilizada, hemos de curarnos de mal-tratar a los niños.
Un niño mal-tratado y que por lo tanto mal-trata (a los otros, a él mismo y) a la civilización, no es más que el síntoma de un adulto en problemas desde su propia infancia.
Los niños son el espejo de los adultos con los que aprende a conocer es decir, a hacerse una idea de lo qué es la "civilización" en la que vino a la vida.
Y de estas frases viene una reflexión.
La crianza en la violencia se requirió en épocas antiquísimas, cuando el hombre no sabía aún, cómo protegerse, adueñarse, dominar, armonizar con la naturaleza. Se formaban guerreros entonces, recuérdese la educación en la Grecia antigua en la que se intentaba aunque sin mayores logros, tratar la guerra como un arte y no como una barbarie pero también hay otros ejemplos de nuestros ancestros, donde la guerra, la invasión, el irrespeto a otras culturas, era y sigue siendo, una barbarie.
De estos guerreros, -- reflexiona para nosotros P. Valas, refiriéndose a una pintura en la que hay un guerrero escribiendo--, nos viene la caligrafía.
De ellos nos viene también entonces, por otra parte, la escritura, pero y también, la inscripción en nuestros cuerpos y textos propios -- escritura igualmente--, de la reacción violenta como defensa ante lo que interpretamos como una amenaza. Cada uno tiene su propio texto inconsciente (Seminario de P. Valas),
La primera amenaza de la que un niño es "con-siente", es decir, de la que el niño es con-siente, aunque no pueda poner en palabras lo que siente y piensa porque no tiene aún las palabras para decirlo ni sabe que tiene derecho a la palabra para decir-lo que con-siente, aquello en lo que a su pesar, participa, (en lo que colabora, dice P.Valas, refiriéndose a una interpretación que hace Freud a Dora cuando ésta le da un atisbo de su problemática), de lo que le acontece, etc…; es la amenaza de castración.
En los juegos, no tan olímpicos como los inspirados en los Griegos pero momentos de diversión de nuestros niños en los parques, canchas de futbol, etc., se escucha de los varones decir:
"el que no haga..... (Tal o cual cosa), es una niña".
Con tal frase manifiestan, como modo de manipular a otros, su propio temor ante la homosexualidad. Es decir, temen su homosexualidad, han hecho contacto con… por lo menos, algunas cuantas preguntas que no han pronunciado y de las que quizá no se han dado por enterados:
¿qué es la homosexualidad?
¿Quién es hombre? ¿Qué es ser mujer?
Y se han respondido erróneamente: hombre es no ser una niña. Pero a veces, se portan como niñas, pues las niñas según ellos y su fantasma incipiente, lloran. Por lo tanto temen ser como las niñas dado que lloran, temen perder lo que tienen entre las piernas. Pues no es que las niñas por ser niñas, lloren, sino que en el fondo de su temor está, el que las niñas no tengan pene, y que, seguramente, según su fantasma, lo perdieron por alguna causa. O que quizá, las niñas lloran porque no lo tienen y que ellos lloran por temor a perderlo.
El origen de este fantasma está en el paso de lo real a lo simbólico, en el paso de lo concreto a lo abstracto pues, en lo real nada falta, en lo simbólico sí.
El ejemplo que Lacan daba era, el de una biblioteca.
En lo real, no falta ningún libro de la serie del 1 a 27, porque en lo real se repite un libro tras otro, sin enumeración, mientras que en lo simbólico, allí donde hay un espacio vacío y la serie de los números del 1 al 27 se interrumpe, falta un libro, el número.... tal.
Es la amenaza de castración lo que al interior de la frase con la que los niños han sido manipulados por sus padres, mal-tratados, se expresa.
Es curiosa esa palabra mani-pulación, es como agarrar con las manos de la palabra una parte del cuerpo. Los padres mani-pulan a sus hijos y pululan entonces, los malos entendidos y el irrespeto del mal-trato.
Los niños como sus padres, mani-pulan entonces, al mal-tratar a los otros niños, repitiendo la frase de su angustia; “si no hacen lo que yo digo, son unas niñas”,
Podríamos continuar la frase:
“y para asegurarme que soy un hombre como mi padre lo es,
al ser por mi obedecido,
entonces los mal-trato como lo hace mi padre conmigo,
al hacerse por mi obedecer.”
Ser un hombre en ese contexto, es "ser obedecido".
Fantasma que está en el origen de todo trata-miento por medio del poder, la fuerza, la violencia, posición que no es prioritaria de los varones por supuesto.
Fantasma que viene de: “obedéceme” yo soy un hombre.
Fantasma de un padre que justamente, no puede, pues si pudiera no requeriría de poder por la violencia.
Si el que se hace obedecer es un hombre, lógicamente el que obedece no lo es. Confusión en la que entra el niño, pues él tiene que obedecer por la fuerza, a su padre, a sus mayores, a otros niños que lo mani-pulan con la frase que el pequeño repite a los otros niños para que, igual que su padre, hacerse obedecer y ser entonces, un hombre.
Y, hay que obedecer, sí, hay que respetar las leyes, sí. Y no sólo las leyes de la naturaleza hay que respetarlas, pues en ello nos va la vida, sino también las de la cultura (ya trabajabamos en otro escrito, sobre la ley del incesto, unica tanto de la naturaleza como de la cultura, que nos interesa profundamente) porque en ello nos va la civilización.
La idea que queda en el niño mal-tratado es no obstante, desobedecer, pues los que obedecen no son hombres, los hombres son los que se hacen obedecer, y por la fuerza.
No sin su orgullo viril por supuesto, seguramente recién fundado pero vivido como machismo, el niño se hace obedecer, mani-pula a los otros, allí donde él fué mani-pulado por su padre.
Con machismo, es decir, sintiéndose como “ser lo que tienen entre las piernas”; un macho, nuestros niños hacen sus primeros avances en sus relaciones con los otros.
Y no logran incursionar en la vida humana con el orgullo propio de un varón porque se le acepta y se le respeta y se le ama y se espera de ellos, avances para la cultura, comportamiento éste que permite el reconocimiento y el orgullo no sólo por su virilidad, sino, lo que es más importante, ¡la aceptación de su potencia!, lo que es bien distinto!.
Y para ser más machos, ya que no hombres, se aseguran del mal-trato con expresiones que apuntan justamente el órgano que fue mani-pulado con la amenaza, por su padre. Expresiones de enfermedades sexuales, homosexualidad tratada de manera despectiva, o expresiones peor aún, que apuntan a los hijos no reconocidos ni legalizados por sus padres, hijos que hacen de su progenitora, --en lugar de una mujer ultrajada, humillada y abandonada, aunque no por ello menos digna de cumplir su función como madre--; una tal por cual..., etc...
Armonizar con la naturaleza es aprender observando el comportamiento de la naturaleza y recoger de ella sus frutos, lo que implica obedecer sus leyes, respetarla para protegerse con la naturaleza en lugar de defenderse de ella.
Ya no necesitamos guerreros que hagan la guerra, necesitamos varones y mujeres, seres humanos en definitiva que construyan un mundo en que no sea una pesadez vivir, y que sigan transmitiéndonos la buena caligrafía, la escritura que cumpla con la gramática de la lengua, y la inscripción en el cuerpo de renuncias a todo lo que no nos sea útil.
En nosotros los humanos, siendo seres que formamos parte de la naturaleza, también hay leyes, inconscientes, de las que es preciso enterarnos y cumplirlas para curarnos de nuestras infancias accidentadas e impedir que el mal olor a peligro, se siga extendiendo.
Ojalá y los niños pudieran depender de adultos más conscientes de sí mismos, entonces irían al consultorio de los psicoanalistas para ordenar más pronto, sus cosillas, de las cuales ya sufren, muchas veces sin saberlo.
Pero en fin, algún día nuestras regiones alcanzarán un poco más de claridad, entre tanto, como mínimo, leamos y escuchemos las reflexiones de nuestros psicoanalistas.
En su asirse de su propia hechura,
dado que el deseo insiste en hacerse saber,
quedan invitados.
Psicoanalista
Tel: 2817046 // 3168255369
Itagüí, Antioquia, Colombia
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