viernes, 1 de mayo de 2015

La desnaturalización del Edipo de Sófocles por Freud, Michel Hervé Bertaux-Navoiseau

Este articulo ha sido aceptado para el 2015 congreso internacional de la IPSO en Boston.

traducción Margarita Mosquera Zapata


La visión freudiana del complejo de Edipo resulta de un sesgo cultural, provocado por la circuncisión, que desnaturaliza y debilita el mito de Sófocles.

Roheim fue el primero en señalar el hecho de que los rituales de separación de la madre / sumisión al padre de los primitivos falseaban el complejo de Edipo:

"... la sobre abundancia de rituales que tratan ese tema (la oralidad) es un camuflaje del com-"plejo  de Edipo." [1]

Esta observación se aplica evidentemente, a la circuncisión. Pero Freud interpreta la ceguera edípica como una castración:

"La castración, y la ceguera que la substituye, son el castigo... "[2]

Es erróneo. En Sófocles, el castigo paterno es la muerte por abandono en la naturaleza, lo que es muy distinto a la castración. Freud proyectó en el mito de Sófocles la amenaza de castración de la circuncisión, extremadamente embarazosa pues consiste en un comienzo de realización. Además, no es el padre sino Edipo mismo quien opera la ceguera que simboliza su ignorancia, su "ceguera", su inconsciencia cuando mató a su padre y desposó a su madre, doble ceguera entonces (un ojo por papá, un ojo por mamá). El hecho de que Freud haya transformado esta metáfora en un asunto de castración es el colmo de... su propia ceguera, resultante de la angustia y de los fantasmas de castración de un circunciso. En el escenario de Sófocles, el castigo paterno por la muerte es el fantasma inconsciente normal: deseo de matar al padre para desposar a la madre / miedo de ser matado por él. Freud proyectó entonces sobre el mito helénico el muy judaico ritual de castigo (por anticipación) por simulacro y amenaza de castración, más bien que por la muerte. Víctima del traumatismo de su circuncisión, desnaturalizó, torció, el Edipo de Sófocles. No es entonces Freud sino Sófocles quien inventó lo inconsciente y el complejo de Edipo. Freud inventó solamente la ciencia del desciframiento de lo inconsciente.
La consecuencia de esta oblicuidad cultural es un grave error teórico que falsea la teoría y la práctica psicoanalítica: Freud substituye a los fantasmas corrientes de castración un "complejo de castración" inexistente, que integra impropiamente al complejo de Edipo.
Para quienes no han sido traumatizados por una mutilación sexual, a la edad de los impulsos sexuales por el padre del sexo opuesto, y de los celos hacia el otro, la amenaza imaginada por el niño frente a sus deseos concernientes a la pareja parental, no es la castración sino la muerte por exclusión de la familia. Freud formuló esto justamente para las niñas ¡pero no para los muchachos!
En las culturas que practican la circuncisión, el complejo de Edipo (momento de integración en la sociedad) es falseado. Una amenaza real de castración viene a sustituirse al temor imaginario de la muerte resultante del deseo inconsciente de matar al padre del mismo sexo. Pero la buena resolución del Edipo no puede resultar de una lesión (o de una amenaza de lesión) física por otro. Por el contrario la valoración, positiva o negativa, de cualquier parte del cuerpo, por una violencia real o verbal del grupo social, constituye una inaceptable injerencia del legislador en el desarrollo del individuo y la vida familiar, fuente de psicopatología de masa. Esta afirmación encontró una ilustración particularmente chocante en Israel donde una decisión de justicia, felizmente reformada en apelación, condenó a una madre a una pesada multa diaria hasta que ella no hiciera circuncidar a su hijo.
Los circuncisos, o quienes han sufrido una amenaza de castración, pueden encontrar una escapatoria, creer en una atenuación en su favor de la Ley universal. Nada tal como una circuncisión o una amenaza de castración para pervertir a un niño. Dudar de los actos de sus genitores le es difícil. Es naturalmente conducido a jactarse, con una gran riqueza de argumentos, de sus beneficios tanto como de sus fechorías, incluso contra sí mismo. Convertido en adulto, lo que siempre ha existido le parece natural, lo reproducirá.
            El circunciso arriesga entonces  de hacer de su discapacidad una coartada irrisoria. Una castración parcial le aporta el reconforto de un signo de "identificación" poniéndolo no sólo por encima de las mujeres sino incluso por encima del común de los mortales. ¡Como si bastase con una mutilación para quitar (o no quitar) la infancia! No es que los demás hombres, los "extranjeros", son íntimamente considerados como excluidos despreciables, sucios e intocables so pena de contaminación. Es sobre todo que sería impensable que ellos desposen a sus hijas o a sus hermanas. La endogamia racista y la posesión de las mujeres son entonces, ciertamente, uno de los objetivos de la operación. Es también que la circuncisión es un signo exterior de pertenencia a una comunidad violenta – y entonces, supuesta potente. Pretendidamente más tranquilizadora que los documentos de identidad, la pretendida identidad colectiva de un simple signo particular deviene así el paradigma del narcisismo de grupos que se excluyen de la comunidad universal, discriminándola. Ese rasgo de identificación ubica definitivamente a sus detentores en una casta: los "elegidos", que puede creer que todo le está permitido (lapidación, escisión, matrimonio forzado, poligamia,… etc.) o que todo (la "tierra prometida") le es debida. Es entonces, por medio de una acción violenta sobre lo inconsciente y las potentes motivaciones del mundo de los afectos, una técnica perversa de enrolamiento del individuo. Refuerza la división del mundo en grupos rivales que se libran a guerras sin piedad.


[1] Psychoanalysis and anthropology. New York: International university press; 1950. p. 149-150.
[2] Totem and taboo. 1912. London: The Hogarth press limited; 1964. S.E. XIII, p. 130.

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