La circuncisión, una peligrosa locura colectiva
(de una psicosis individual a una psicosis colectiva, psiquiatría, el psicoanálisis y circuncisión)
traducción Margarita Mosquera Zapata
Escisión y circuncisión se encuentran entre las prácticas
de la melancolía, individual o colectiva (culto de Cibeles, Skoptzys de Rusia,
Hidjas de la India), de castración parcial o total.
Un avance de la criminología psiquiátrica diagnostica en
las mutilaciones sexuales un síndrome de Münchhausen por procuración[i], [ii],
[iii] transgeneracional y colectivo. Totalmente unidos por la complicidad
étnica, los criminales extraen honor, gloria, poder, empatía del grupo y
superioridad comunitaria de la mutilación que infligen a sus víctimas y de la
que ellos mismos han experimentado por sus propios padres. Ellos la creen en
efecto beneficiosa, y, sobre todo, se creen moralmente superiores gracias a
ella ("la circuncisión inscribe la falta como dimensión fundamental de la
identidad"). Sugieren incluso que la mutilación sexual favorecería la
espiritualidad. Esto confiere a este síndrome una fuerza excepcional, una
compulsión de repetición particularmente amarga, apoyada en una denegación
masiva de la realidad de la pérdida sufrida y reforzada por el carácter
colectivo de la agresión. Normalmente, simple signo particular, la mutilación toma
el estatuto de signo de identidad colectiva, imposible de cuestionar sin causar
alboroto. La extrema gravedad de este síndrome viene del hecho que el crimen es
perpetrado sobre el niño.
En el síndrome de Münchhausen general, el abusador
disimula su auto-mutilación. Pero tan pronto como el síndrome se convierte en
colectivo y perpetrado sobre niños indefensos, el disimulo se vuelve exhibición
pública de la mutilación, negada como tal y considerada como un símbolo de identidad
colectiva discriminando el extranjero. Del mismo modo, la obligación compulsiva
de consultar al médico, central en el Münchhausen clásico, no existe en las
mutilaciones sexuales rituales. Aquí, la religión y la tradición, no más
manipuladas pero cómplices, se ponen en lugar de la autoridad médica. Los
valores tradicionales de respeto de la naturaleza humana y del cuerpo del otro son
anulados por el fanatismo cultural y religioso. La mutilación sexual es
convertida en una segunda naturaleza, una obscena, absurda e inhumana
"normalidad". Estamos en presencia de una locura colectiva.
La principal crítica a esta atractiva descripción
psiquiátrica es que, a diferencia del psicoanálisis, ella ve las cosas desde el
exterior. Observa y denuncia un narcisismo exacerbado, pero pierde de vista la
esencia del fenómeno: la compulsión a dominar del grupo sobre el individuo y
los distintos grupos, ejercida a través de una tortura que mutila,
aterrorizando al menor de por vida. Para el psicoanalista, se trata de una
inversión en lo contrario del placer sexual prohibido (la auto-sexualidad). El
derecho al placer se obtiene a costa de un sacrificio monstruoso y disminuido
(hombres) o transformado en dolor (mujeres). Todo esto se supone necesario para
ganar el amor y la estima de los abuelos, de la sociedad y de la divinidad. Las
mutilaciones sexuales golpean directamente el órgano declarado culpable, para
mayor satisfacción de los criminales neuróticos, culpables y culpabilizadores.
Este análisis psiquiátrica confirma nuestro análisis del
capítulo autobiográfico del libro "El hombre parano"[vi]
del doctor Olievenstein. La circuncisión es en efecto, inconscientemente,
el hilo rojo de su psicosis paranoica (véase nuestro artículo: "El caso
del Doctor Olievenstein" (academia.edu). Así, hemos establecido la naturaleza psicótica del trauma colectivo
provocado por la circuncisión al nacer. Esta última es peligrosa, puede volver
loco, colectivamente loco (véase el primer genocidio de la historia: Jericó);
hemos centrado el acento en esto al establecer la fuerte correlación existente
entre violencia y circuncisión:
Freud señala:
“La hipótesis según la cual podemos
encontrar también aquí una raíz de estos odios de los Judíos que surgen de
manera tan primaria y provocan comportamientos tan irracionales en los
occidentales, me parece inevitable. La circuncisión es, inconscientemente,
asimilada a la castración.”[vii]
Alice Miller fue más
allá:
“Las prácticas rituales de circuncisión y
de escisión tienen efectos que alcanzan no sólo al individuo y su descendencia,
sino también a los otros hombres.”[viii]
Y para introducir
algunas páginas sobre las mutilaciones sexuales en "El conocimiento
prohibido", ella escribe:
“… la sociedad… dijo que sí…, hasta el
presente, a los mayores crímenes de la humanidad.”
Moisés Tractenberg
explica ese sadismo:
“Otra de las consecuencias psicológicas de
la circuncisión precoz es que ésta imprime, en el espíritu del recién nacido,
una situación agresiva y traumática… La imposibilidad de aprehender una tan
espantosa introyección de agresión dirigida hacia el interior, puede conducir,
a posteriori, a la emergencia de comportamientos psicópatas y violentos o, en
numerosos otros casos, a la emergencia de un masoquismo extremo.”[ix]
Las consecuencias de este racismo y esta violencia son
dramáticas; por una parte los conflictos se multiplican, por otra parte las
guerras entre circuncisos o entre circuncisos e intactos degeneran a veces en
genocidio. Porque Freud no puso hasta el fin su razonamiento. Ya que para el
inconsciente, según él, asimila la parte con et todo, una amenaza de castración
también es una amenaza de muerte. Entonces, ejercida sobre el conjunto de una
etnia, una amenaza de muerte individual, proviene, por adición, une amenaza de
exterminación del grupo entero, inmediatamente proyectada sobre el grupo
adverso. La circuncisión es así un empujo al genocidio. Entre los veintitrés genocidios de los tiempos modernos: musulmanes circasianos
(1860), congoleses (1870), hereros (1904), griegos (1914-18), asirios
(1914-25), armenios (1915), serbios (1941-45), judíos 1942-45), zíngaros
(1942-45), chechenes (1944), comunistas indonesios (1965-66), biafros (1966-68),
guineos (1968-79), bengalíes (1971), hutus (1972), habitantes de Borneo-Este
(1975-79), kurdos (1988-89), tutsis (1994), bengalíes (1990-2000), bosnios
(1991-95), habitantes de Darfur (2003), kurdos de Irak (2005), rohingyas (2012),
veinte (87%) implicaron circuncisos en
por lo menos un bando, y cuatro en los dos bandos. Los circuncisos
perpetraron doce, de los cuales siete contra intactos. Forzoso es de constatar
la gran correlación entre, por un lado circuncisión y ausencia de democracia (en
todos los casos arriba), y genocidio por el otro lado. Solo el de los zíngaros
fue perpetrado entre intactos. A excepción de una guerra civil (Sri Lanka),
todas las guerras entre 1996 y 2002 implicaron como mínimo un país que circuncida.
Su frecuencia fue de más de tres veces más elevada en los países que
circuncidan. La pena de muerte en éstos está dos veces más expandida. Entre
éstos la tortura es más corriente. Son los únicos que practican la escisión.(xi)
El feminicidio en le este del Congo es la obra de saqueadores Hutus circuncisos
que destruyen después de utilizarlas las que le sirvieron de prepucio. El Congo
circunciso detenta el record mundial de violaciones: 400.000 en un periodo de
un año. En Noruega, entre 2006 y 2010, dos por ciento de circuncisos cometieron
el cien por ciento de violaciones sobre noventa por ciento de noruegas de
abolengo. Las mutilaciones sexuales separan al niño de la madre por la
violencia en la edad del apego. Es monstruoso, el resultado es catastrófico;
son el mantillo del sexismo, de la paranoia (recíproca), del fanatismo, del
terrorismo de grupo, incluso de estado. La circuncisión hace el equilibrio del
terror, y la fortuna de los fabricantes de armas.
El síndrome de Munchhaüsen por procuración
transgeneracional y colectivo da una descripción clínica que deja pasmado de la
psicosis de la circuncidora. Las consecuencias planetarias de esta locura
colectiva y contagiosa son gravísimas.
[i] Meadow, Roy (1977). Münchausen Syndrome by Proxy: The Hinterland of
Child Abuse. Lancet 1977 (310), 343–5.
http://web.tiscali.it/humanrights/articles/meadow77.html
[ii] Matteoli R.
Blood Ritual, the Münchhausen complex. Nunzio press; 2008.
[iii] Matteoli R. Vainglorious: The Munchausen
Complex
[iv] Lacan J.
Seminario sobre las psicosis. Paris:
Le Seuil; 1981. p. 63-64.
[v]
Pollack M. Circumcision, gender and power.
http://www.huffingtonpost.com/miriam-pollack/circumcision-identity-gen_b_1132896.html
[vi] Olievenstein
C. El hombre parano. Paris: Odile Jacob; 1992. p. 31.
[vii] Freud S. El
hombre Moisés y la religión monoteísta. 1936. Paris: Gallimard; 1986. p. 184.
[viii] Miller A. El
conocimiento prohibido: afrontar las heridas de la infancia con terapia. Paris:
Aubier; 1990.
[ix] Tractenberg M. Psychoanalysis of circumcision. Male and female
circumcision. New York:
Denniston et al. Plenum publishers ; 1999.
[x] Bertaux-Navoiseau M. Génocide, guerres, peine de
mort, excision, viol et circoncision. academia.edu
(xi) Bertaux-Navoiseau M. Génocide, guerres, peine
de mort, excision, viol et circoncision.
https://www.academia.edu/4068859/G%C3%A9nocide_guerre_peine_de_mort_excision_et_circoncision_mis_%C3%A0_jour_27.04.2015_
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